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A mediados de los años noventa, Ferrari lanzó al mercado uno de los superdeportivos más especiales de su historia, fue el último gran deportivo analógico, desprovisto de cualquier ayuda electrónica y fue concebido como un auténtico coche de Fórmula 1 de calle.
Retro MotorEl Ferrari F50 fue lanzado para conmemorar los 50 años de la fundación de la marca italiana. Igual que diez años atrás fue creado el mítico F40 para celebrar los 40 años del Cavallino. Sin embargo, pese a ser un coche mucho más avanzado que el F40, con un rendimiento espectacular y estar estrechamente relacionado con la Fórmula 1, nunca ha gozado del mismo prestigio que su hermano mayor ni del famoso GTO.
Proyecto F130
El F50 empezó a desarrollarse en 1989 bajo el código 'Proietto F130' (Proyecto F130), con la idea de fabricar un superdeportivo derivado de la categoría reina de la competición, tanto en carrocería coupé como descapotable, con motor V12 aspirado, abandonando así los motores sobrealimentados que había montado, tanto el F40 como el GTO.
El proyecto fue diseñado en todas sus fases por Luca Cordero di Montezzemolo. El coche fue presentado oficialmente en el Salón de Ginebra de 1994 y lanzado al mercado un año después. Era un momento difícil, no solo por la crisis económica, sino también porque el lanzamiento coincidió con algunos de los deportivos más espectaculares jamás fabricados, como el McLaren F1, el Bugatti EB110 o el Jaguar XJ220.
La larga sombra del Ferrari F40
A todo esto, hay que añadir que el Ferrari F50 tenía la difícil misión de reemplazar a uno de los mitos de la marca, nada menos que el F40, un coche que supuso un antes y un después para la marca y el primero en rebasar la barrera de los 300 km/h. Sin duda, la empresa era ardua, pero en Maranello no parecían muy preocupados y se marcaron el objetivo de producir uno de los deportivos más radicales que han salido de sus instalaciones.
Cuando el F50 fue desvelado, la opinión general no fue muy favorable, porque era más lento que el McLaren e, incluso, que el F40. Algunos afirmaron también que su diseño no era muy acertado y que era el peor que había salido de Pininfarina. Todo esto hizo que el Ferrari F50 arrancara su vida con el pie torcido y nunca haya tenido el reconocimiento que realmente merecía.
Un verdadero Fórmula 1 de calle
Ferrari se marcó el objetivo que construir un coche de Fórmula 1 con el traje de un deportivo de calle. Eso es, en síntesis, el Ferrari F50. Se trataba de hacer una transición directa de la tecnología de la máxima categoría de la competición a la calle. Eso era lo único importante, el resto era secundario.
También era secundario el hecho de contar con una potencia desmedida, como ocurría en los mencionados Bugatti EB110 o en el McLaren F1. El F50 era potente, mucho, ofrecía prestaciones, muchas. Pero eran más contenidas y la marca italiana priorizaba las sensaciones de conducción por encima de las cifras de aceleración y velocidad punta.
Extra de fibra de carbono y ausencia total de confort
La casa italiana construyó un coche empleando la fibra de carbono para toda la carrocería. El chasis estaba realizado enteramente en fibra de carbono y colocado en posición central, anclado al monocasco, un anclaje rígido que permitía sentir el motor sin filtros, hasta el movimiento del último pistón. Sin duda, un poco extremo, pero hablamos de un deportivo en estado puro.
Como ocurría con su sucesor, el F40, el confort en el habitáculo era algo que ni se le pasaba por la cabeza a los ingenieros italianos. El interior era completamente espartano, desprovisto de cualquier elemento que imprimiera la más mínima sensación de comodidad, ni aire acondicionado, ni alfombrilla en el suelo, ningún tipo de aislamiento acústico, ni servofreno, ni dirección asistida, ni elevalunas (tenía manivela). Absolutamente nada.
Motor de Fórmula 1
Y vamos con el alma del Ferrari F50. Porque este coche no tenía un motor, tenía un corazón que latía realmente. Ha habido muchos deportivos que presumían de derivar de la F1, pero el F50 lo hacía de verdad. Montaba el motor V12 del Ferrari 641 que pilotó Alain Prost en 1990, pero con algunas modificaciones. La cilindrada pasó de 3.5 a 4.7 litros, un ángulo entre bancadas de 65º, una culata de cinco válvulas, distribución variable tanto en admisión como en escape y bielas de titanio.
Las modificaciones dieron como resultado un motor que alcanzaba las 8.700 vueltas, aunque se decía que podía llegar hasta las 10.000. Desarrollaba 520 CV a 8.500 rpm y 470 Nm de par a 6.500 vueltas, alcanzaba los 100 km/h desde parado en 3,5 segundos y llegaba hasta los 325 km/h.
Tecnología avanzada
El propulsor estaba anclado al chasis y sometido a tensión, hasta el punto de ser una parte importante del chasis, aportando rigidez. Cabe destacar la suspensión trasera, muy innovadora para su tiempo, anclada también al bloque motor y situada justo antes del diferencial trasero autoblocante. De la parte trasera de la suspensión, salía la caja de cambios transaxle de seis velocidades.
La caja de cambio merece un capítulo aparte. Ferrari pudo haber montado un cambio semiautomático F1, sin embargo, prefirió optar por un cambio manual con patrón de rejilla y una palanca metálica, simplemente, excelente. Uno de los mejores cambios manuales que se hayan fabricado jamás.
El último deportivo analógico
Estamos acostumbrados a leer el impresionante arsenal electrónico que equipan los superdeportivos actuales, pero el Ferrari F50 carecía de cualquier ayuda electrónica. Por no tener, no tenía ni ABS, ni dirección asistida… No tenía ningún tipo de ayuda a la conducción ni discos de frenos cerámicos, ni suspensiones regulables, ni programas de conducción.
Era un coche completamente puro para disfrutar al volante (el que pudiera), directo, honesto… Todo dependía de la habilidad del conductor. Hay que recordar que, ya en aquel tiempo, muchos coches equipaban frenos ABS y controles electrónicos. Sin embargo, Ferrari decidió que su superdeportivo fuera todavía de la vieja escuela.
Fabricación totalmente artesanal
Un coche de este tipo merecía una fabricación especial, que era completamente artesanal. Desde que comenzaba la fase de montaje hasta que el coche era entregado a su cliente, se necesitaban tres meses de trabajo. El motor requería unas 16 horas de trabajo, antes de pasar a un banco de pruebas donde se sometía a diferentes test durante res horas.
Los motores se fabricaban íntegramente en Maranello, después, se rectificaban uno a uno y se montaban. Una vez que el motor era montado en el coche, se hacían recorridos de unos 300 km para terminar la inspección final.
Curiosidades
El Ferrari F50 fue uno de los superdeportivos más puros y radicales. Solo se fabricaron 349 unidades, ni una más y ni una menos. ¿El motivo? Como decía Enzo Ferrari, “había que fabricar una unidad menos de la que demanda el mercado para mantener la exclusividad”. Cosas del genio.
Los que podían comprar un F50, debían pasar una especia de “examen” previo. Ferrari no quería vender su súper coche a cualquier y, sobre todo, quería evitar la especulación, como había ocurrido con el F40, que muchos lo compraron y lo revendieron por el doble de precio. Así, durante los primeros dos años, el cliente no era todavía dueño del coche, sino que lo tenía en una especie de régimen de alquiler. Pasados los dos años, se convertía en propietario de pleno derecho.
Además, no bastaba con tener una cuenta corriente más que saneada, también había que rellenar un cuestionario con preguntas como cuántos modelos de Ferrari poseían o habían tenido, cuántos había vendido, si había tenido un F40, si pensaba correr en circuito con el F50…
Injustamente incomprendido
Por todo lo que acabas de leer, el Ferrari F50 es uno de los superdeportivos más especiales, no solo de la casa italiana, sino de la historia del automóvil. Un verdadero Fórmula 1 de calle, como demuestra el sonido del motor cuando gira al máximo, pensado para ofrecer una experiencia de conducción extrema y pura.
Sin embargo, su llegada coincidió con otros deportivos muy radicales y más “brutos”, como el McLaren F1, el Bugatti EB110 o el Lamborghini Diablo que, por aquella época, estaba un toro completamente desatado. Nunca pudo hacerle sombra a ninguno de ellos. Realmente, Ferrari tampoco lo buscaba. Aunque su principal enemigo estaba, precisamente, dentro de la misma marca y era su predecesor, el Ferrari F40. De todas formas, en la historia del automóvil, el Ferrari F50 siempre será el último superdeportivo analógico.
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