Las famosas autopistas alemanas sin límite de velocidad podrían llegar a su fin

Los ambientalistas dicen que a mayor velocidad hay mayores emisiones de CO2. Desde Seguridad Vial acuerdan que 130 km/h podría ser una velocidad razonable como límite. Pero los autos eléctricos y semi autónomos podrían ser un argumento para defender las Autobahn
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Escena típica en una Autobahn. Ser alcanzado y superado por un gran auto deportivo a más de 250 km/h

En 1932 se inauguró la primera de las autopistas alemanas conocidas como “Autobahn”, que unía Colonia y Bonn. Todas las vías de alta velocidad alemanas se denominan con una letra A y uno o varios números. Aquella primera autopista se denominó y aún sigue siéndolo, la A555.

Pero las Autobahn son famosas porque allí no hay peajes y no existe el límite de velocidad. Es muy común escuchar de alguien que no vive en Alemania, pero fue en viaje de turismo o trabajo, la vivencia de ir conduciendo a 130 km/h o una velocidad similar, y que repentinamente un súperdeportivo apareció en sus espejos y antes de poder verlo ya estaba perdiéndose por el parabrisas a 250 km/h.

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¿Es esto cierto o es un mito?

Efectivamente es cierto, aunque no totalmente. En realidad, de los 13.000 kilómetros de Autobahn que hay por todo el país, en un 30% existe un límite de velocidad que oscila entre 100 y 130 km/h, y hay muchas zonas en las que la velocidad se limita temporalmente por diversas razones, una de ellas, el clima.

Pero sí, es cierto que hay muchos tramos en los que la velocidad es libre, aunque siempre que sea de día, porque no es así en las noches. También existe una velocidad orientativa para las Autobahn en general, que es de 130 km/h. En cuanto a los peajes, también es cierto que los autos no pagan, pero sólo ellos. Los medios de transporte pesado, además de tener una imposición de velocidad de 80 km/h, tienen que pagar peaje por usarlas.

La llegada de la “ola verde” en todo el continente, pero especialmente en Alemania, ha hecho que las Autobahn sean presa de campañas políticas. Así, mientras los políticos que apoyan los movimientos ecológicos y medioambientales, apoyan el final de la famosa velocidad libre de las autopistas germanas, los que apoyan las libertades individuales y la tecnología, creen que es un valor que no se debe eliminar.

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Lo cierto es que las nuevas restricciones de emisión de dióxido de carbono que la Comisión Europea está impulsando para los próximos años, exigen que los automóviles reduzcan considerablemente la contaminación ambiental, y es sabido que a mayor velocidad, mayor contaminación. Ante esta situación, los ambientalistas dicen que si la velocidad máxima se redujera a 130km/h, se evitarían emitir entre 1,1 y 1,6 millones de dióxido de carbono de aquí a 2035.

Contra este argumento, los defensores de la velocidad libre plantean que con la masificación de los autos eléctricos e híbridos, esos valores de contaminación se reducirían considerablemente. Y puesto que ya están en fabricación y venta muchos autos eléctricos que alcanzan velocidades incluso superiores a los de motores de combustibles fósiles, limitar la velocidad no tendría sentido.

Entonces entran en escena organismos como la OMS (Organización Mundial de la Salud), que desde este año han propuesto bajar la velocidad máxima en las calles simples de una sola mano a 30 km/h para prevenir accidentes y reducir lesiones en los casos en los que ocurra una colisión de todos modos. Ellos sostienen que la velocidad libre en las Autobahn, conllevan a un número mayor de siniestros viales, y que reducir a 130 km/h bajaría ostensiblemente esa tasa de accidentes.

El argumento que se antepone a esto, es que las empresas que desarrollan los autos y sus sistemas de asistencia, aún más con los nuevos autos eléctricos, tienen tantas ayudas a la conducción segura, que incluso en el futuro cercano, con la llegada de la conducción autónoma, no habrá tal cantidad de accidentes tampoco.

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Como sea, la cuestión ahora parece más una herramienta política que una necesidad, y claramente, la postura opuesta de una y otra corriente de pensamiento, pone en jaque a las famosas Autobahn.

Muchos creen que el impulso a los autos eléctricos es un movimiento de marketing que hará invertir billones en un cambio de tecnología que dentro de 20 ó 30 años deberá ser revisado nuevamente, porque las baterías generarán desechos contaminantes y tanta exposición de las células humanas a campos eléctricos podrían poner en duda si la “energía limpia” debería ser otra.

Si la guerra por poner límite de velocidad a las Autobahn es también una herramienta de marketing, lo sabremos mucho antes.

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