Qué tipos de anticongelante para el coche existen... y por qué las mezclas no son buenas

Tips Por Ing Torreblanca
El circuito de refrigeración es el principal responsable, y el líquido anticongelante es el encargado de mantenerlo funcionando. Prestarle la debida atención es, por tanto, esencial.
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Los motores generan energía mecánica, pero también energía térmica, que debemos disipar de la manera más eficiente posible, ya que en la actualidad es una solución más fácil que reutilizarla. El circuito de refrigeración es el principal responsable, y el líquido anticongelante es el encargado de mantenerlo funcionando. Prestarle la debida atención es, por tanto, esencial.

Como cualquier otra máquina, los motores transforman energía en trabajo, pero no son capaces de convertir toda la energía que reciben en movimiento, sino que una buena parte acaba transformada en calor. El sistema de refrigeración es el principal encargado de disipar ese calor para que su acumulación no suponga una merma aún mayor de rendimiento e, incluso, una avería del motor.

Para lograr su cometido, cuenta con un conjunto de elementos formado por la bomba de agua, el termostato, sensores de temperatura, electro-ventiladores, manguitos o tuberías, radiadores, un vaso de expansión o depósito y, por supuesto, el líquido refrigerante o anticongelante. En algunos casos, los sistemas cuentan también con un sensor de nivel o de presión, circuitos de bypass y un montón de complejidades, pero esta es una historia de la que hablaremos en otro momento. Hoy vamos a centrarnos en el líquido que obra el milagro: el líquido de refrigeración.

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Durante el tercer tiempo de funcionamiento del motor térmico, llamado tiempo de explosión, en el interior del cilindro, y en concreto en la cámara de combustión, se alcanzan temperaturas muy elevadas; del orden de entre 371 y 593 ºC en el caso de los gases de escape de un motor de gasolina, y de 537 a 649 ºC en el caso del gasóleo.

Al calor generado por el proceso de combustión se suman el que producen los rozamientos de las partes móviles del motor, y todo ello debe ser disipado a la atmósfera, manteniéndose la temperatura de funcionamiento del motor en un determinado rango mediante la sincronización de todos los componentes del sistema de refrigeración.

Si falla algún elemento, puede provocar que la temperatura se eleve más de lo permitido y generar una avería en la junta de culata, auto-detonaciones del combustible y, en el peor de los casos, que el motor quede "agarrado" o gripado; es decir: que el exceso de temperatura provoque una dilatación y deformación de las piezas internas y, consecuentemente, una importante avería.

Utiliza el anticongelante adecuado

Para mantener en buen estado el sistema de refrigeración del motor, debemos utilizar el anticongelante o refrigerante recomendado por cada fabricante de vehículos, ya que existen diferentes tipos.

Refrigerante anticorrosivo. Es un refrigerante que incorpora aditivos para evitar que se produzca corrosión en los elementos del sistema de refrigeración. Existen diferentes grados de concentración. Así, a mayor concentración de anticorrosivo, mejor cumplirá con su función. Este tipo de refrigerante consigue que el punto de ebullición sea más elevado, evitando los sobrecalentamientos al tiempo que minimiza la formación de óxidos metálicos.

Refrigerante anticongelante. Es utilizado para climas fríos, y tiene la particularidad de evitar la congelación del liquido refrigerante con temperaturas próximas a 0º o por debajo. Los anticongelantes pueden dividirse en orgánicos, inorgánicos e híbridos.

Anticongelante orgánico. Es la solución más habitual. Se trata de anticongelante formado por etilenglicol, que es el componente anticongelante, y agua destilada o desmineralizada, que es la encargada de garantizar la protección contra la corrosión de las diferentes partes del motor, como el radiador, tuberías, etc. Es un anticongelante más estable durante un largo periodo de tiempo y es biodegradable, por lo que resulta poco dañino para el medio ambiente. Así, aparte de su mayor longevidad, genera menos depósitos sólidos en el interior del circuito de refrigeración, posee una baja conductividad eléctrica, y su punto de ebullición es más alto.

Anticongelante inorgánico. Utiliza productos como los silicatos, que con el paso del tiempo se degradan, provocando averías en el sistema de refrigeración y acelerando la corrosión. Tiene bajo porcentaje de inhibidores de corrosión y de otros aditivos, con lo que su durabilidad es más limitada. Puedes reconocerlo por su color más brillante.

Anticongelante híbrido. Es un anticongelante que combina las características de los orgánicos y de los inorgánicos. Está compuesto por etilenglicol, glicerina y aditivos anti-espumantes, anti-calcáreos y una reserva neutralizante que va a proteger el circuito de refrigeración. También puede incorporar silicatos para proteger superficies de aluminio, todo lo cual hace que sea una solución empleada por muchos fabricantes de vehículos.

Por qué no debes mezclar en anticongelante

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Así, para evitar tener problemas en el circuito de refrigeración de nuestro vehículo, se recomienda no mezclar el líquido de nuestro sistema con anticongelante diferente al que indica el fabricante, evitando con esto averías prematuras en el circuito. Pero, ¿sabemos qué anticongelante debemos echar?

El color va a darnos una pista importante, ya que las características de estos líquidos varían en función de su color. Hay que tener en cuenta, eso sí, que cada fabricante utiliza un código de colores diferente, por lo que no nos podemos guiar únicamente por los colores a la hora de echar el anticongelante en nuestro vehículo si no sabemos de qué marca es.

Así, los colores que podemos encontrar en los anticongelantes suelen ser verde, naranja, amarillo, azul o rosa. Cada uno de ellos va a representar el nivel de eficiencia que posee el líquido. Hay que destacar que la temperatura de congelación va a estar relacionada con la cantidad de etilenglicol (el anticongelante en sí) que incorpora cada solución.

Así, un anticongelante con un 10 % de etilenglicol establece que la temperatura para la que puede ser utilizado va de los -4 ºC a los 102 ºC. Si la concentración es del 25 %, las temperaturas de utilización van desde los -12,5 ºC a los 103 ºC. El nivel máximo de concentración de etilenglicol es del 50 %, una concentración que le permitiría actuar entre los -37 ºC y los 108 ºC.

Diferentes grados de protección contra la corrosión

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Además de esto, los anticongelantes se clasifican en función de su grado de protección frente a la corrosión. En la actualidad, existen los anticongelantes G11, G12, G12+, G12++ y G13. Cada uno de ellos ha sido formulado con distintos componentes, por lo que no conviene mezclarlos. Si nuestro vehículo ha de emplear uno en concreto, vendrá indicado en el vaso de expansión, por lo que conviene cerciorarse antes de elegir el anticongelante. Así, a la hora de elegir el anticongelante, no tenemos que basarnos en cuál es el mejor o el más caro, sino cuál es el más adecuado para nuestro motor y para las condiciones medioambientales por donde vaya a circular nuestro todoterreno.

Además de en el vaso de expansión, el manual del vehículo especifica el tipo de anticongelante que hemos de usar. Recuerda que siempre debe utilizarse un anticongelante de la misma marca y con las mismas características, pero si no fuera posible hay que recordar que no podemos mezclar los anticongelantes orgánicos e inorgánicos y que tampoco podemos mezclar cualquiera de ellos con uno híbrido. Si mezclamos anticongelantes de diferente origen, podemos provocar problemas en el circuito de refrigeración, aunque se trate solo de rellenar o añadir una pequeña cantidad para completar el nivel del vaso de expansión.

En lo referente a los anticongelantes G11, G12, G12+, G12++ y G13, solo pueden ser mezclados el G12++ y el G13. Tampoco debemos diluirlos con agua. En el caso extremo de que una fuga nos obligue a rellenar con agua (o con otro anticongelante) en ruta para evitar una avería, tendremos que purgar el circuito y rellenarlo al completo inmediatamente después de llegar a nuestro destino y reparar la fuga.